29.8.12

Capítulo 6

La enfermera tocó suavemente a la puerta de la habitación de Diana, que ya estaba despierta. La enfermera, sin escuchar ninguna respuesta, se decidió a entrar empujando el carrito y la mesita con el desayuno de Diana. Ella miraba hacia la ventana. Seguía estando débil y sus ojos la delataban. Tenía cara de haber llorado toda la noche. Ojeras, mejillas rojas... Estaba más que claro.

- Señorita, aquí tiene su desayuno y sus medicinas.- Le ofreció amablemente la enfermera.
- Gracias, pero no me apetece nada...- contestó Diana sin muchas ganas de hablar.

De pronto la puerta comenzó a abrirse lentamente. Es su padre. Verla con ese parche en la cabeza le produjo algo de tristeza. Pensó que su hija había pasado ya por muchos momentos difíciles y llenos de dolor. No se merece ahora estar en aquella cama de aquel hospital, pudiendo disfrutar del verano con sus amigas. A continuación, la enfermera sale del cuarto para dejarlos solos.

- Diana...¿cómo te encuentras hoy? ¿Te duele algo...?- le preguntó el hombre mientras la cogía del brazo. Pero Diana seguía mirando hacia la ventana, no pensaba responder a las preguntas de un desconocido.- Soy tu papá... Diana, hija, por favor, mírame... Dime algo... ¿necesitas algo?... Mira, no has comido nada... Estás débil... por favor..- suplicó su padre con un nudo en la garganta.
- ¡Déjeme en paz!- gritó Diana sentándose en la camilla.- No sé quién es usted, no sé por qué me llama "hija", no sé por qué estoy aquí, ¡no sé quién soy!... Ahora déjeme sola, ¿quiere?- pidió Diana cruzándose de brazos.

El hombre cedió, sin poder hacer más por su hija, y salió de la habitación en busca del Doctor Martinez. Diana amaneció y siguió sin acordarse de nada...¿Será eso normal?




Al otro lado del hospital, en el baño

Antonella se mira al espejo, observando su pelo, sus ojos, su boca, y rápidamente baja la mirada a su tripa. Se mira imaginándose con una gran barriga, con arrugas en los brazos y en las piernas, con celulitis y con 20kg de más. Otro mareo. Suspira. Esta vez va a ser diferente. Tiene que hacerlo. Tiene que enferntarse a lo que le ha pasado y tiene que confiar en sus amigas y sus padres. No puede seguir sola en esto, necesita ayuda.

En ese momento recuerda a aquel enfermero tan guapo que conoció ayer. Diego... ¿Volverá a verlo hoy? Se sonríe a sí misma y sale del baño en busca de sus amigas. La verdad es que tiene muchas ganas de ver a Diana. Seguro que ella lo está pasando peor.


Cuando llega a la sala de espera, cerca de la habitación de Diana, se encuentra a su padre y a sus dos amigas conversando. Está demasiado lejos como para escuchar lo que están diciendo, así que acelera un poco el paso, disimulando sus náuseas.

- Buenos días, señor, ¿cómo está?- saluda amablemente Antonella.
- Buenos días para quien los tenga... Diana no se acuerda ni de mí, ni de ella.. no consigue recordar nada, está muy confusa...Y yo... yo... Pff...-el padre de Diana se sienta para no desplomarse ahí mismo.
- Le estábamos diciendo que ya que se ha pasado toda la noche aquí con Diana, podría irse a descansar. Nosotras nos encargamos de avisarle de cualquier cosa, señor.- interviene Alicia.

Pero Antonella no acababa de entender nada. ¿Diana no se acuerda de quién es su padre? ¿Ni de quién es ella? ¿Ha perdido la memoria? ¿Por qué nadie se lo ha contado a ella? Claro... debieron hablar de esto ayer, cuando ella se fue corriendo al baño y tropezó con Diego. Despúes tardó un poco más hasta que él le curó el codo...

- ¿Diana no se acuerda ni siquiera de nosotras...?- pregunta tímidamente Antonella.
- No, es más, está enfadada...enfadada con todo el mundo.- responde el padre de Diana.


Al final, el padre de la chica que no recuerda nada, se decidió. Se despidió de las amigas de su hija y se fue a descansar a un hotel que había cerca del hospital.


Pasaron varios días hasta que Diana empezó a recapacitar. Sus amigas y su padre la seguían visitando, intentando hacerle recordar quiénes eran ellos. Al principio no quería ver a nadie, pero con el tiempo se fue dando cuenta de que aquellas personas eran parte de su pasado y, también de su presente y de su futuro. Los médicos entraban y salían y la cambiaban  cada dos días de habitación. Le hacían muchas pruebas y exámenes, pero ella no estaba enferma. Los resultados siempre daban positivo, no tenía ningún problema en su cerebro, por tanto su memoria debería regresar pronto.

Mery seguía sintiéndose mal, enfadada consigo misma porque pensaba que su amiga estaba en aquella cama por su culpa, por haber discutido con ella aquel día. Y Chris... No se sabe nada de él ni de sus amigos desde el día en el que llevaron a Diana al hospital. En cambio, Alicia, como siempre, coqueteaba con los enfermeros del hospital cada día que iba a visitar a su amiga. Pero Antonella, falta ella... Tuvo que irse repentinamente hace un par de días para ver a sus padres. Estaba muy rara...y sus amigas ya la notaron así.





En otra ciudad, madre e hija cara a cara

- Mamá... siéntante. No te alarmes, ¿vale? Tengo que contarte algo.. pero, por favor, no te pongas nerviosa...- intentó calmar Antonella a su madre.- Verás, yo no sé cómo fue, no sé cómo pasó, pero...- en ese mismo instante empezó a sonar "Set fire to the rain", de Adele, en el móvil de Antonella. Era su padre, por tanto, ella se vio obligada a contestar.
- ¿Papá?
- Hola hija, me llamó tu madre antes para decirme que volvías. ¿Todo bien?
- Sí, papá, todo bien...- mintió Anto.- Estoy aquí ya, con mamá.
- Bueno, esta noche me pasaré a veros. Un beso.

Y tras ese beso en el aire, su padre colgó.
Los padres de Antonella llevaban separados desde que ella tenía 2 años. Aún así, su padre rehizo su vida con otra mujer, y su madre continuó con su trabajo de modelo, conociendo a mucha gente interesante, pero sin conseguir una relación estable. A pesar de que su matrimonio durara muy poco, cuando se separaron decidieron llevarse bien. Deberían hacerlo, al menos por Antonella.